Ponte guapa, saca los tacones, mídelos, y asegurate de que superan los 10 cm, póntelos y pierde el equilibrio, hasta que te canses de caminar como un pato mareado y comprendas que tú también puedes deslumbrar. Ponte el vestido más corto, apretado y sujerente que tengas, vístete del color que menos les guste a tus padres, píntate, sumérjete en ese ritmo repetidizo que se hace contigo y causa un pitido en tu oreja. Cuando regreses a casa, haz que tus pasos suenen a pesar del volúmen de la música, pídete algún cubata de más y ponte lentillas del color del Malibú, acércate a ese chico rodeado de chicas y dejales claro que para zorras ellas, zorra tú; sácalo a bailar, dale un número falso y deja en manos del destino que vuelva a saber algo de ti. Llega tarde a casa y cuando te pregunten di que no volverá a pasar. Suena el despertador, vuelta a empezar.
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